domingo, 18 de noviembre de 2012

Entre dos tierras

Durante nuestros estudios, y de forma concreta en la práctica clínica, el estudiante de medicina sufre una evolución que consiste en pasar de un lado de la mesa, como paciente (quién más, quien menos ha ido al centro de salud alguna vez) a estar en el otro lado, como médico. Sin embargo, y como he dicho, ese proceso no es instantáneo, y hay una etapa en medio que muchos de los que ya están "al otro lado" parecen haber olvidado.

Cuando estás en prácticas en una consulta, sueles estar detrás de la mesa, junto al médico, pero en muchas ocasiones estás en una posición entre médico y paciente, por lo que puedes ver y analizar el comportamiento de ambos. Es una perspectiva que se pierde cuando estás situada en uno de los dos extremos, y que creo que es muy enriquecedora. Porque no hay que olvidar que nuestra profesión es de cara al público (aunque sea todo privado, entre cuatro paredes y con la puerta cerrada) y tratamos con seres humanos, así que de nada me vale saberme todas las patologías del mundo si después me llega un paciente nuevo y no le digo ni "Buenos días" (aunque, ojo, la educación la debe traer uno ya de casa cuando entra en la carrera).

Nuestros profesores no se cansan de repetirnos que debemos tratar el paciente con "mimo y cariño", que tenemos que respetarle; pero sin embargo vas al día siguiente al hospital y te toca con un médico que ni siquiera mira al paciente a los ojos (y vete tú a decirle algo). Un paciente que ve que no tienes interés en él (o que al menos lo piensa por tu comportamiento), es un paciente que no te va a preguntar algo que le dé mucha vergüenza, por ejemplo, y que puede ser importante a la hora de tratarle.

En fin, me gusta pensar que en mi futura profesión no hay extremos, no hay blancos o negros, sino grises, todo matices; que debemos ponernos en el lugar del paciente (a nadie le gusta estar enfermo, hay que comprender las dudas, los miedos y las inseguridades de esa persona) y del médico (que quiere atender al paciente lo mejor posible y que debe tener en cuenta, y más en estos días, a cuántas personas tiene que atender, el tiempo que tiene para hacerlo, los recursos de los que dispone, etc...; al fin y al cabo es un trabajador más). Y tal vez, sólo tal vez, de esa manera lleguemos a ser grandes médicos. Aunque desde hace mucho opino que, antes de ser buen médico, hay que ser buena persona.

2 comentarios:

  1. Sólo una buena persona haría uso del punto y coma :), ese gran desconocido del teclado (menos si eres informático xD)

    Sublime entrada, como siempre :D

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  2. Jajaja por la cara lo del punto y coma

    Muchas gracias :D

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